lunes, 21 de noviembre de 2011

Adios Androide movistar, bienvenido yeso

 


Ir a la universidad se ha convertido en una rutina diaria. Mis horarios dispersos, son de los más incómodos, pero a la vez deliciosos porque me permiten tener esa flexibilidad de almorzar en casa algunos de esos ajetreados días. Puede que no sea la más puntual de la clase, pero ese día decidí que debía llegar temprano. Así que como cualquier otro día, me bañé, almorcé y salí corriendo a tomar el bus, el TRIANGULÓN.
Subí al bus, cuasi trepándome, no encontré sitio en la parte de adelante y decidí sentarme atrás, esperando a que se desocupara. Dada mi experiencia, no es bueno sentarse expuesta a la puerta, porque eres más propensa a sufrir un ataque de los amigos de lo ajeno.
Mi Android, mi celular… herramienta sofisticada para organizar mi día a día y mantenerme en contacto con mi mundo. El Smartphone, me alertaba que tenía a una de mis almas gemelas en el facebook msn, que además tenía mensajes en el Whatsapp  e incluso tenía alguna que otra llamada que no había contestado. Saqué el celular, con precaución. Contesté todo lo que debía responder y lo guardé. Alcé la mirada a mi alrededor y encontré un sitio vacío en medio. Me paré discretamente y fui a ese sitio. Sentí vibrar de nuevo mi Samsung Galaxy Mini, y miré a mi alrededor si es que había alguien peligroso, no había nadie de quién sospechar. Saqué el celular y volví a contestar con un mensaje y lo volví a guardar.
La noche anterior había sido una noche bastante triste, una de esas noches en las que una tiene que llorar en silencio y en las que no puede dormir. Decidí abrazar mi mochila y cabecear un rato. Miré por la ventana para ver dónde nos encontrábamos. Habíamos llegado a Plaza Norte y también había caído en cuenta que no podía dormir. Pensaba en todo aquello que nos tortura cuando sientes que el amor de tu vida se va y te sientes impotente de no poder hacer más cosas, te aferras a una idea y de pronto… ZAS!! Mi mochila era arrancada de mis brazos, por un individuo que tenía polo y gorra blanca, que se puso a correr por el bus, bajando por la puerta de adelante.
No dude ni un instante y salí corriendo tras de él. Y como si el destino no quisiera que lograra mi cometido de recuperar mis cosas, una caja grande se atravesó en el camino hacia la puerta, salté encima de ella, así como lo hice con las escaleras de la bajada del bus. Seguí corriendo lo más rápido que podía, como si se tratara de una carrera explosiva de 100 metros planos, en plena vía de buses de la panamericana norte a la altura de Habich. El individuo, tal vez hubo de pensar que yo no estaría dispuesta a luchar por mis pertenencias, a defenderme y a defender lo que con tanto esfuerzo había podido conseguir. Cuando estuve a punto de pensar en cuál sería la mejor forma de cogerlo para someterlo, volteó; allí en esa fracción de segundo, se dio cuenta que yo, a la que había robado, me aparecía tras de él como un fantasma. Quiso correr más rápido, pero no se lo permití. Me tiré encima de él. Terminamos forcejeando y luchando en la pista.
Él, aquella rata inmunda de cloaca, se dio el lujo de abrir la parte de delantera de mi mochila y cogió lo primero que encontró, mi Smartphone. No pudo hacer más, no le di tiempo. Tuvo que tirar la mochila, imagino que un intento desesperado porque yo lo dejara irse con mi celular y porque no podría cruzar la Panamericana Norte con tanto peso a cuestas.
Yo yacía en el piso cuando él recupero la movilidad de sus piernas y se puso de pie, para esta vez, cruzar a través de los carros e ir en dirección la otra berma de la carretera. Hice lo mismo. Me paré, corrí, crucé, llegué a la carretera. Me quedé parada allí, en medio de ella, viendo como él cruzaba el murito que divide un carril de otro. Y me dije a mi misma: “Ya fue, ya fue.”
Regresé a la vereda, dónde las personas se habían juntado para recoger mi mochila, para darme sermones de lo que estaba bien y lo que estaba mal, y más blah blah. Yo me quedé en silencio
Las personas en general hablan porque tienen boca y discutir con seres que no comprenden y sólo juzgan es tener que gastar saliva para nada. Es cierto, ellos no me conocían ni yo a ellos.
No había caído en cuenta el mal aspecto de mis ropas, de mis brazos, ni de mi cara, ni de nada. No sentía dolor, le dije a Dios: “¿qué señal habrás querido darme con este asalto?” y fui a un locutorio a llamar a mi mami.
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Llegué a la universidad, intenté aparentar que todo estaba bien, pero sabía que no era así. Mi brazo izquierdo estaba mal. Podía sentir el dolor que estaba calcinando mis entrañas mientras caminaba a pedir ayuda a la primera persona que sabía que en ese momento se encontraba esperándome en el salón, ¿habría venido?.
Abrí la puerta del salón y ella, Vanessa, estaba sentada en la esquina de siempre, solitaria y esperando las indicaciones de la profesora. Le hice un ademán con la mano derecha para que saliera del salón.
- ¿Qué te ha pasado?
- Por favor, acompáñame a la enfermería, me han querido asaltar, o mejor dicho lo han hecho. Se han robado mi celular, pero se hubiesen llevado toda la mochila sino me hubiese peleado.
Entró al salón, sacó sus cosas y me ayudó a ir a la enfermería.
Dios, el dolor se tornó insoportable. Llegamos a la enfermería, me curaron mis heridas, me preguntaron qué había pasado y mi respuesta fue: “me caí”. Me aplicaron una inyección, la cual no recuerdo el nombre y le dijeron a Vanessa que debía ir a la clínica. Ella fue al salón, porque no reuníamos la cantidad de dinero suficiente para cubrir los gastos, así que la profesora, amablemente nos lo prestó.
Ella, Vanessa, fue mi mayor apoyo. Llegamos a esa clínica, a la cual no haré publicidad, porque creo que la atención al cliente es una porquería. Y allí sentada en Emergencias, con Vanessa a mi costado, me puse a llorar. La miré y le dije que no sabía qué haría si es que ella no estaba allí conmigo. Me sentía tan sola. Todo había sucedido tan rápido.
Mi mami no me juzga, pero siempre ha sido un tanto fría y racional, así que yo debía asumir la consecuencia de mis actos, sabía que ella no se movería de la casa. Vanessa en ese momento se convirtió en mi ángel de la guardia, mi hada madrina, mi mejor amiga. Aun no tengo palabras para agradecerle tanto apoyo y cariño desinteresado.
Entramos a Triaje, me examinaron, tomaron las placas de mi brazo, me aplicaron más cremas, me hicieron esperar y luego se apareció el traumatólogo a examinarme.
En la clínica, había llegado un joven obrero que al parecer había sido herido de bala en la pierna y sin embargo, Vanessa y yo escuchamos cuando el doctor dijo: “… con este me voy a demorar mucho, a ver pásame otro caso para terminar rápido…”. Yo le llamo a eso “fatiga de compasión”. Así como las personas se acostumbran a ser robadas, como se acostumbran a quedarse inmóviles, a no defender lo suyo por temor a perder la vida, así como nuestra sociedad se ha acostumbrado a proveer aquellas manzanas podridas la oportunidad de que nos intimiden con sus actos, así también sucede con aquellos que se deshumanizan y pierden la noción de querer ser, sentir y creer. Todos juzgan, critican, hablan y ¿qué hacen los demás?. El sistema individual prospera y el único consuelo con el que se suele aplacar o justificar el hecho de no reaccionar es: “lo material se recupera, lo importante es la vida”. Y en efecto, eso puede que suceda en un modelo de competencia perfecta, donde todo es justo y equilibrado. La vida no es así, la realidad se da de forma diferente, no como ese modelo económico perfecto. Digamos que todos fueron observadores de lo que me había pasado, pero nadie gritó, nadie detuvo o puso alguna traba al individuo que me hurtó, nadie me defendió. Así que, mientras que nadie coopere, alguien siempre saldrá perdiendo. Si dibujaran una matriz de pagos y esbozaran lo que ha sucedido con el dilema del prisionero, tal vez podrían comprender el costo beneficio.
- Noto algo raro en su brazo. Le duele en este punto.
-  Sí. ¡Ayyy! Duele.
- Mueva su muñeca.
- No puedo moverla mucho, me duele.
- Doctor, algunos años atrás sufrí una fractura. Por eso de repente siente a mi brazo algo anormal.
El doctor me miró y terminó por decirme: “con razón lo siento raro”. Y se retiró.
Vanessa y yo nos miramos sin entender muy bien a qué se refería.
El resultado de ello, fue la colocación de una fédula de yeso en mi brazo y antebrazo, pastillas para el dolor y la utilización de un cabestrillo para mantenerlo inmovilizado.
- Debe estar así por 10 días, luego tiene que venir a su control para ver los resultados.

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Estar inmovilizada, inoperativa de un brazo, casi manca, te hace reflexionar de cuán importante son tus extremidades para el uso diario y normal de tu vida.
Quise permanecer en silencio a modo de reflexión con lo que había pasado, pensé que las noticias malas corrían rápido y que tal vez, en algún momento pensé en que debería probar a mis amigos, a ver si todo lo que dicen que sienten por mi es tan cierto o verdadero.
En fin, a los pocos días y con la dificultad de hacer un esbozo de escrito con una sola mano, les comuniqué vía mail que ya no tenía celular. Es increíble ver quienes realmente si se preocupan y quiénes no.
Mi familia, es lo único que si ha permanecido constante. Las atenciones y cuidados de mi mami, de Luis Ángel, hasta del noide (mi hermano). Creo que sin su ayuda, no hubiese podido soportar tanto tiempo de esta manera.
Lo que más odio, es que juzguen, que digan que estoy loca por reaccionar de esta forma, porque he podido morir, que soy imprudente y más cosas. Entiendo su molestia, pero eso no evitará que yo piense de diferente manera. Mi familia, mis seres más queridos no lo han hecho, no me han reclamado nada y sobretodo mi mami y mi papi, caigo en cuenta que me conocen bien y como saben que odio este tipo de injusticias, me han dado y siguen dándome algunas "herramientas" para defenderme. Mi mami, preocupada, sólo me pide que aminore el riesgo de mis actos y que sea consecuente con lo que decido.
A veces solo es necesario saber que las personas se preocupan por ti, por cómo estas, por ayudarte, por estar pendientes. Así, creo yo se demuestra el cariño.
Algo que me dijo mi alma gemela desde el otro lado del mundo y que me hizo llorar fue lo siguiente: “Cómo no estuve ahí  y entre las dos le hubiéramos dado su merecido a ese cobarde maldito!! aaajkfej me llega esos rateros” (caigo en cuenta que por eso extraño mi bien material recuperable, porque estoy limitada a la comunicación con ella y con los demás).
Muchas personas creen en mi complejo de “supergirl o superwoman”, yo también me lo creo a veces. Pero el punto no es ese, el punto es que la indiferencia colectiva ante un hecho ilegal, antiético y otros adjetivos con los que ustedes pueden calificarlo, se ha convertido en una realidad. Qué necesidad hay de vivir preocupados porque nos quiten nuestras cosas, porque nos roben, parece como si nos hubiésemos acostumbrado a vivir en una sociedad intimidada por esta lacra social tanto así que he escuchado decir: “no me compro un celular tan caro, porque sé que en algún momento me lo van a robar”. ¡Rayos! Qué estúpido suena ¿no?. Esas son nuestras expectativas.
No les puedo pedir que hagan locuras como las que yo he realizado, pero reflexionen sobre lo que aquí ha pasado. Tal vez sigan considerándome imprudente, impulsiva, etc etc. Intentaré aminorar el riesgo como se lo he prometido a mi familia, pero si lucho es porque no estoy dispuesta a tolerar que mis hijos tengan que soportar vivir como si aun estuviésemos en la edad antigua, dónde el más fuerte dominaba al más débil.

He tenido miedo, pero creo que más miedo tengo si es que a ustedes, mis conocidos, colegas, amigos, les llegara a pasar algo parecido. También sé que muchos de ustedes no estaban enterados de lo que me ha pasado así que espero que este post sirva para informarlos y para no tener que volver a repetir la historia una y otra vez. (Sugerencia de Adrián, Alex y Fantasma).
Así que si por allí me ven caminar o pasar, sonrían y pregúntenme por como sigo, pero ya no que pasó. ( Les cuento que aun sigo con el brazo mal. Deli me acompañó un rato a la clínica para ver lo de mi control y debo confesar que me he sentido inmensamente sola en esos momentos en los que se fue, pero por algo será. Si no me recupero de la tendinitis, tendré que ir a terapia física de rehabilitación. Ya no tengo yeso, pero sigo con vendas y cabestrillo para inmovilizar el antebrazo, han aumentado la dosis de los calmantes y la aplicación de las cremas y compresas.)
He intentado ser tan explícita como he podido porque como se lo dije a mi ex: “no quiero esperar a que pase algo peor para decir lo que tengo que decir.”
Y por último, para no aburrirlos les dejo además esto: “Cuando te encuentres en un bus y suba 1 persona con discapacidad temporal o permanente, y gozas de todas tus facultades..CEDE EL ASIENTO!”

9 comentarios:

Raito dijo...

Bueno, muchos dicen que debes guardar precaución en estos casos, pero hubiera hecho lo mismo en tu lugar.

ALoo dijo...

Mmm... La caja que accidentalmente cayó para impedirte la persecución parece muy sospechosa. Generalmente, cuando roban van de a dos o de a tres: uno es el que hace la fechoría, otro impide accidentalmente que la persona afectada pueda recuperar sus bienes atravesándosele, poniéndole la zancadilla o un obstáculo, y otro está de apoyo en caso de cualquier imprevisto.

Mmm... En una tendinitis, a veces podría llegar a parecer que ya estuviera bien por la disminución de dolor, pero de todas formas procura tener tu articulación en reposo porque podría complicarse en una tenosinovitis y ahí sí de todas mangas tendrías que ir a terapia física.

Espero que te mejores.

Anónimo dijo...

Hola Suechan, aqui un poco tarde leyendo tu blog y enterandome de lo ocurrido. Lamentablemente este pais se mueve de esta manera y mientras las personas que lo conforman no cambien pocos resultados tendremos en nuestra vida. A mi me encantaria ayudarlas. Como dices, ya paso y ahora lo importante eres tú. Espero te recuperes pronto, me encantaria seguir conversando contigo y salir a comer algo.
Fuerzas y suerte Suechan

zzia dijo...

Me sorprende todo lo que escribiste teniendo un brazo mal! y como te dije, no esperaba otra cosa, literalmente siempre luchas por lo que es tuyo!

Javier dijo...

Me ha gustado mucho esta frase: "lo material se recupera, lo importante es la vida", la verdad es que nunca había pensado en ello, pero parece que es una de las premisas de la sociedad que parece que está dominando el mundo.

La indiferencia humana de la que hablas, que es la base del individualismo, es también la energía que mueve la maquinaria del crimen y la injusticia. El hecho de que esto siga siendo así (y de hecho es más acusado aún hoy día que en las sociedades antiguas) me demuestra que no hemos evolucionado nada en miles de años.

En todo caso podía haberte ocurrido cualquier cosa, el tipo podría haber llevado una navaja, de modo que puede decirse que le echaste dos cojones. Yo no sé si hubiese reaccionado igual.

Un saludo.

Maggie dijo...

Suemi, q mal me siento dsps d habr leído tu mail :(.. (maldito perro!!) aishhh...q cólera, esto no pued seguir así, tenemos q ponerle un BASTA YA!!... Me idntifiqué bastant con lo del “no me compro un celular tan caro, porque sé que en algún momento me lo van a robar” y ya me di cuenta lo estúpido q suena...Please forgive me amiga...

Maggie dijo...

Fe de erratas: dsps d haber leído tu blog :S

Renato Rondinelli Mendoza dijo...

Nadie nos va a defender Suemi, en la calle siempre estaremos solos, es bueno reaccionar ante el abuso, con el tiempo encontraras la mejor forma de hacerlo, creo tambien que la reflexión de este post es una manera de defenderte.

Anónimo dijo...

Hola... me tope con tu blog =)!
Sabes eres valiente, y has sido capaz lo que muchos quisiéramos ser capaces, defender según tus ideas.
Solo a la próxima ten cuidado, aveces los sermones no nos puede gustar (No nos gusta), porque hablan como si no supiésemos de las consecuencias. Pero es una forma de demostrar lo mucho que se preocupan en ti. Imagínate q ese ladrón tuviera algún cuchillo o algo peor...=S!.

Que te vaya bien =)!

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