Hoy decidí aventurarme a salir de compras.
Después de todo, creo que merecía una salida, para disfrute... una salida para relajarme.
Tener dinero y gastar sin pensar en las consecuencias es algo tan grato, que me deja tan extasiada que es la mejor droga para elevarme al limbo.
Entiendo que las mujeres comunes y corrientes desean salir de compras simplemente porque han roto con sus novios, otras porque estan en los días de su ciclo mestrual, otras porque necesitan vestirse a la moda, otras porque tienen esa compulsividad de quedarse sin dinero en quincena, algunas porque se preocupan de que los que viven alrededor de ellas tengan tonterías nuevas para mostrar, en fin hay demasiadas razones... pero la mayoría de ellas asociadas con prendas de vestir, accesorios, joyas, chucherias.... cosas tal vez triviales para mi, pero importante para otras.
Yo, sin embargo, cada vez que digo salir de compras, es porque he ido a una librería o a tiendas vanguardistas de diseño o de muebles y artefactos, incluso las tiendas que venden artículos de oficina y escritorio.
Tengo tanto placer al hacerlo. Esto no me hace feliz, sobretodo después que analizo el estado financiero de mis cuentas... pero en fin es algo que me mantiene, por un periodo corto, con una alegría desbordante y hasta casi real.
Tomé esta salida, en venganza de la imitación que estoy realizando al tratar de adornar y adorar mi cuerpo, con eso que llaman ejercicio y que se profesa en esta cultura adonica que tienen los limeños al ir a los gimnasios.
Mi venganza. La venganza de mi lado burgués hacia la loba esteparia que ulula por un placer más físico y carnal.
Y así, como esa venganza me insta de forma animal a rasgar con tinta carmesí, páginas en blanco de los nuevos cuadernos de apuntes que también he comprado, pienso que es hora de proseguir con el LIBRO DE LA NADA, incluyendo mover y dibujar con mi mano, apoyada con el bolígrafo, que más se acomode a la anatomía de mi dedo anular aquello que siempre me mortifica... MIS PENSAMIENTOS.
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