Me encuentro en mi oficina, dando vueltas sobre mi silla giratoria.
Miro el techo, como queriendo escapar de ahí.
Intento concentrarme, pero voy y regreso una y otra vez, sobre el mismo eje.
Mi mente proyecta una sola imagen, Tú.
Veo los cuadros de Excel y las órdenes de servicio en mi monitor y sé que debería de darles atención, pero todo eso, ahora, me parece un lenguaje lejano que no comprendo.
Sólo pienso en mañana. Sí mañana.
(¿Cómo haces tú, para concentrarte en lo que tienes que hacer y no estar al pendiente?... o en todo caso si es que estás al pendiente, ¿cómo haces para no caer en el juego mental?. No sé si sentirme incómoda con esta sensación adolescente del primer amor, ¿debería de sentirme así?).
No puedo hacer nada contra la ansiedad de verte, de estar presente en tu mismo espacio físico.
¡Quiero más!
El universo ha conspirado para que crucemos nuestras vidas una vez más.
Lo único que quiero en este momento es que:
1. Pasen rápido, las horas.
2. No hayan problemas graves en mi trabajo, para que no nos distraigan de este imaginario.
3. Dentro de todo, mañana pueda sorprenderte en todos los sentidos. Todo lo que sabes hasta el día de hoy lo has supuesto o imaginado, pero no tienes aún idea de cómo puede resultar estar con alguién como yo. Así que no imagines más y vayamos a la acción.
Aunque no pueda decírtelo (por propia humildad y recato), sé que tengo ese toque especial para encantar los cuerpos y almas.
Cuál serpiente, sé llamar la atención y atraerte hacia mi.
Basta con que mires mis ojos, por más de 30 segundos para que los tuyos queden en estado de hipnosis.
Siendo yo la serpiente y tu mi presa, verás que mis movimientos y la vibración de mi cuerpo lograrán inmovilizarte.
Poco a poco me iré arrastrando por tu piel erizada y no querrás que deje de rodearte, pero llegará el punto en donde te sentirás a flor de piel con las sensaciones y te ahogarás en medio de ellas, tanto así, que me pedirás que no siga, que pare esta asfixia. ¿Qué es lo que debo de hacer?.
Decido imponerme y hacer caso omiso a las súplicas. Cada vez más conminaré la fuerza de mis músculos y con la sutileza de mi lengua bífida procederé con la degustación de sabores, recopilando la información química de tu piel.
Así, cuando ya te perciba inmóvil y ausente de este mundo, es que procederé a usar mis colmillos. Sentirás mi mordida.
Por tu torrente sanguíneo inyecto aquella savia vital de adrenalina y placer cósmico. Tus neuronas generarán más redes e interconexiones y entonces el "climax" de mi savia llegará y dejarás este plano. Serás omnipresente e inmortal.
Así, con este ritual, te unirás a mi de una vez por todas.
Ten cuidado, que una vez pruebes de mis colmillos la savia universal, nunca más podrás desligarte del cosmos que me rodea y quedará tu ser, tu cuerpo y todo lo que te concierne y conoces, atado a mi.
Me proclamarás tu Diosa conceptual e inmaterial, universal.